Los bosques de Faber-Castell, en Brasil, rebosan de fauna diversa. Esto no es fruto de la casualidad: los animales que viven aquí han sido protegidos en las últimas décadas. Gracias a una planificación muy cuidadosa, la diversidad de especies ha mostrado incluso un claro aumento con el paso de los años. Le ofrecemos una pequeña visión de este mundo de pumas, osos hormigueros y aves con necesidades especiales.
Todas las tardes, los pájaros se posan en un árbol que se alza en una zona abierta, a unos cientos de metros de donde empieza el bosque. Este árbol no es un accidente, como explica el ingeniero forestal Kelen Pedroso. El árbol es bastante deliberado, al igual que el espacio abierto que lo rodea, y de ahí los pájaros. "Algunas especies de aves sólo pueden volar distancias cortas, otras pasan por la zona en sus rutas de vuelo", explica. Los árboles ayudan a los pájaros a sobrevolar y les proporcionan un lugar de descanso bienvenido". Pedroso trabaja en el bosque Faber-Castell, en el suroeste de Brasil, en el estado de Minas Gerais. La zona abarca 8.200 hectáreas de bosque reservado para la fabricación de lápices y ceras de colores. Faber-Castell produce más de 2.000 millones de lápices al año, la mayor parte de los cuales procede de los pinos de Brasil. Los árboles se talan cuando están completamente desarrollados. "Pero siempre dejamos algunos a propósito", dice Pedroso. Para los pájaros, los árboles son, en cierto sentido, árboles de descanso.
Un nido con 21 huevos de ñandú
Los expertos llevan registrando y analizando el grado de biodiversidad de las propiedades de Faber-Castell desde principios de los años noventa. Los animales se cuentan utilizando cámaras ocultas o pequeñas trampas para anfibios. Gracias a ello, se han podido recopilar estadísticas significativas que abarcan un periodo de 30 años. El número de especies de mamíferos casi se ha triplicado en ese tiempo, pasando de 30 a unas 80 especies. El número de especies de aves se ha duplicado hasta llegar a unas 270. El año pasado, los trabajadores encontraron un nido con 21 huevos de ñandú gigante. "Paramos el trabajo en ese lugar", dice Pedroso. Estas grandes aves, muy parecidas al avestruz o al emú, no habrían podido regresar con gente alrededor y trasladar el nido a otro lugar probablemente habría provocado que las aves no lo volvieran a encontrar". Cuando se talan árboles, los empleados de Faber-Castell siempre se alejan de la carretera hacia los bosques aún en pie, para que los animales que pudieran haber estado en ese lugar puedan retirarse en paz. Dado el largo ciclo de crecimiento de los árboles, muchos de los pinares permanecen prácticamente intactos durante años. La madera es una materia prima que necesita tiempo, paciencia y reposo.
Nuestro programa de biodiversidad en Brasil
Instantáneas del oso hormiguero gigante
Los hábitats de los animales autóctonos son las zonas de bosques autóctonos vírgenes. Los bosques autóctonos tienen matorrales y sotobosque, cosa que no tienen los viveros de pinos. Además, los pinos tienen pocas ramas y también se podan regularmente, ya que cada ojo de rama reduciría la calidad de la madera en la producción de lápices. Esto significa que los animales más grandes utilizan estos pinares como corredor de una zona nativa a otra. La cámara de movimiento ha tomado repetidamente fotos de pumas, y ocasionalmente de impresionantes osos hormigueros gigantes. Estas criaturas no llevan el adjetivo en su nombre por nada: pueden alcanzar longitudes de unos dos metros. Hace un tiempo, algunos de nuestros empleados también se toparon con una serpiente estranguladora de 13 metros de largo. "Un zoólogo local dijo que rara vez había visto un ejemplar así en muchas décadas, y que cuando lo había hecho era en reservas naturales inaccesibles", cuenta Pedroso. Éste es sólo uno de los indicios de que la fauna salvaje de la zona está intacta. Otro de esos indicadores son las más de 200 especies distintas de hormigas. Los insectos, en particular, son un indicador útil de los niveles de biodiversidad.
Educación y formación
Al mismo tiempo, la extensa zona con sus numerosos pinares y bosques autóctonos no es en absoluto un enclave, ya que linda con otras propiedades donde se cría ganado o se utiliza con fines comerciales. Antes de que Faber-Castell empezara a explotar su propio bosque, en estas tierras también se practicaba una agricultura excesiva que agotaba el suelo. Para favorecer el ciclo de los nutrientes y proteger el suelo de la erosión, ahora se dejan en el bosque agujas y restos de ramas durante la gestión. "Desde hace décadas, además de nuestro trabajo, nos dedicamos a la educación y la formación. Educamos a la gente sobre el uso sostenible y sobre cuestiones medioambientales", nos cuenta Pedroso. Los expertos de Faber-Castell visitan las escuelas de la zona o hablan con los propietarios de las fincas vecinas. No siempre están contentos con la reserva natural de al lado. "Hace poco, un vecino se quejó de que había cerdos salvajes corriendo por su finca desde la nuestra", cuenta Pedroso. "Le expliqué que no podemos hacer nada: así es la naturaleza".